¿Qué es una actitud de servicio?
Para empezar, podríamos pensar en lo que no es una actitud de servicio pues al contrastarla con conceptos relacionados podremos captar más la esencia del concepto al que nos referimos aquí, si lo discutimos en el contexto de profesionales de las tecnologías de información que proveen productos y servicios al público en general.
Estaremos de acuerdo en que una actitud de servicio en el contexto mencionado no se debe acercar al concepto de servilismo, en el cual el ser servil no entrega para nadie el valor de negocio esperado, ni para el cliente, ni para el proveedor.
¿Qué te parece la opinión de que una actitud de servicio en nuestro contexto podría ser análoga a la figura de un mayordomo en jefe que es llamado por un joven o necesitado amo que debido a su inexperiencia se ha metido en problemas o no sabe cómo proceder?
Nuestros clientes podrían representar al amo que necesita del señorío y del buen juicio de un mayordomo capaz. Por supuesto, para que la situación llegue a buen fin el amo debe someterse por completo y ponerse en las manos de su mayordomo pues si esto no ocurre las posibilidades de que el mayordomo pueda ser efectivo se ven seriamente limitadas.
Hay de mayordomos a mayordomos, por lo que no hay sorpresa al encontrar clientes que realmente no confían enteramente en los proveedores que ellos mismos mandan llamar y terminan procediendo conforme su inexperiencia o falta de conocimiento les hace ver. No en pocas ocasiones tal situación deriva en una serie interminable de tropiezos.
El tipo de mayordomo en que se puede confiar sería aquel que realmente cuenta con señorío sobre su materia. ¿Cómo se logra tal señorío? Por supuesto: no existe una fórmula mágica ni receta de diez pasos para lograrlo. Lo requerido trata de una serie de factores o ingredientes, en una mezcla adecuada, para obtener a un mayordomo confiable, uno que no esté ni muy salado ni tampoco muy desabrido. Un buen ingrediente son los patrones intelectuales con los que aborda la adquisición de conocimiento. Un mayordomo, en nuestro contexto, que no cuente con bases sólidas en filosofía de la ciencia y en la ética de la investigación científica terminaría pareciéndose a un miembro del fetichismo que sólo aspira a certificarse como médico brujo, promotor de siempre un nuevo fetiche. Por lo que si bien un aspirante a mayordomo en jefe no se nombra a sí mismo ni ejerce como científico, propiamente dicho, sí está empeñado en el desarrollo de lo que es el núcleo de tales disciplinas intelectuales: el sentido crítico.